Aristóteles
tema IV. Aristóteles
NOTA: Este tema no entra en la selección de autores de Selectividad, y por tanto es tratado con menor profundidad. Pero sí es útil para la comparación con Platón u otros autores.
Contenidos
Contexto históricocultural y filosófico.
Después de las Guerras del Peloponeso, la Atenas de comienzos del s. IV a.C. se encuentra vencida y la democracia sufre un duro golpe. Durante esta época y hasta la ocupación macedónica se produce una crisis que afecta tanto a la economía como a la política y al orden social. Los conflictos y enfrentamientos son permanentes.
Grecia, en su conjunto, se encuentra agotada, ninguna ciudad tiene fuerza para imponerse. La paz llega con la batalla de Queronea, en el 338 a.C., ganada por el rey Filipo II de Macedonia, iniciándose la expansión de este pueblo.
Los macedonios son griegos, pero se encontraban atrasados desde el punto de vista político y social, y eran, por tanto, considerados bárbaros por el resto de los griegos. Filipo II supo aprovechar las disensiones internas de las polis griegas para imponerse, consiguiendo la victoria definitiva en la batalla de Queronea de la mano de su general e hijo Alejandro Magno. El joven general tenía 18 años y Aristóteles 46. Con sólo 20 años, Alejandro sucede a su padre y se inicia la expansión griega hacia oriente. Alejandro fue un griego puro; puso sus descubrimientos al servicio de la causa griega, y difundió por todas partes la cultura griega. Con sus conquistas abrió todo el Oriente al helenismo.
Aristóteles nace en Estagira (Macedonia) en el año 384 a.C. No es ateniense, sino macedonio. Es hijo de Nicómaco, médico y amigo del Rey Amintas II (padre de Filipo II y abuelo de Alejandro Magno). A los 17 años, tras una primera formación empírica, es enviado a la Academia a estudiar con Platón, permaneciendo en ella durante 20 años. En esa época sigue a su maestro y amigo tanto en su filosofía como en su estilo, y al morir éste, en el 347 a.C., se marcha de Atenas y comienza a distanciarse de él y hasta convertirse en un crítico de su filosofía.
Tras su marcha de Atenas recibirá el apoyo del tirano de Hermías, y poco después aceptará la invitación de Filipo II para encargarse de la educación de su hijo Alejandro, al cual acompañará durante 8 años en sus campañas militares. Terminada su misión educativa con Alejandro, regresa a Atenas y funda el Liceo (que recibe este nombre por su proximidad al templo de Apolo Licio), conocido también con el nombre de Peripato, pues sus miembros discutían paseando por una galería cubierta. Se trataba de un centro de investigación que contó con el apoyo de Alejandro. Después de la muerte de Alejandro, es acusado de impiedad ("asebeia") y huye de Atenas “para evitar un segundo atentado contra la Filosofía”. Se traslada a Eubea, donde muere en el 322 a. C. a los 62 años.
La producción aristotélica es inmensa, tanto de obras dedicadas a sus seguidores en el Liceo, como las dedicadas al público en general, aunque estas últimas no se han conservado. Destacan los Tratados de Lógica (Órganon), Física, Metafísica, Ética a Nicómaco, Política, Poética y Retórica.
Las repercusiones del pensamiento aristotélico en la historia son incalculables. Más allá del aristotelismo, es el precursor de numerosas ciencias, su obra es universalizante, enciclopédica, y sus doctrinas (especialmente en las Ciencias Experimentales) han sido consideradas el estándar científico durante casi dos siglos.
CONTEXTO FILOSÓFICO: LA FILOSOFÍA DEL SIGLO IV
La Escuela Cínica
Antístenes, discípulo de Sócrates, fue su fundador y Diógenes de Sinope uno de sus filósofos más reconocidos y representativos de su época. Reinterpretaron la doctrina socrática considerando que la civilización y su forma de vida era un mal y que la felicidad venía dada siguiendo una vida simple y acorde con la naturaleza. El hombre llevaba en sí mismo ya los elementos para ser feliz y conquistar su autonomía era de hecho el verdadero bien. De ahí el desprecio a las riquezas y a cualquier forma de preocupación material. El hombre con menos necesidades era el más libre y el más feliz. Figuran en esta escuela, además de los ya citados, Crates de Tebas, discípulo de Diógenes, Hiparquía, una de las primeras filósofas, y Menipo de Gadara.1
Los cínicos fueron famosos por sus excentricidades, de las cuales cuenta muchas Diógenes Laercio, y por la composición de numerosas sátiras o diatribas contra la corrupción de las costumbres y los vicios de la sociedad griega de su tiempo, practicando una actitud muchas veces irreverente, la llamada anaideia. Ciertos aspectos de la moral cínica influyeron en el estoicismo, pero, si bien la actitud de los cínicos es crítica respecto a los males de la sociedad, la de los estoicos es de acción mediante la virtud.
Diógenes de Sinope (412 a. C - 323 a. C.), también llamado Diógenes el Cínico y Diógenes el perro, fue un filósofo griego perteneciente a la escuela cínica.
Diógenes fue exiliado de su ciudad natal y se trasladó a Atenas, donde se convirtió en un discípulo de Antístenes, el más antiguo pupilo de Sócrates. Diógenes vivió como un vagabundo en las calles de Atenas, convirtiendo la pobreza extrema en una virtud. Se dice que vivía en una tinaja, en lugar de una casa, y que de día caminaba por las calles con una lámpara encendida diciendo que “buscaba hombres” (honestos). Sus únicas pertenencias eran: un manto, un zurrón, un báculo y un cuenco (hasta que un día vio que un niño bebía el agua que recogía con sus manos y se desprendió de él). Ocasionalmente estuvo en Corinto donde continuó con la idea cínica de autosuficiencia: una vida natural e independiente a los lujos de la sociedad. Según él, la virtud es el soberano bien. Los honores y las riquezas son falsos bienes que hay que despreciar. El principio de su filosofía consiste en renunciar por todas partes lo convencional y oponer a ello su naturaleza. El sabio debe tender a liberarse de sus deseos y reducir al mínimo sus necesidades.
No legó a la posteridad ningún escrito; la fuente más completa de la que se dispone acerca de su vida es la extensa sección que su homónimo Diógenes Laercio le dedicó en su Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres.
¿Conoces esta anécdota de Diógenes con Alejandro Magno?
Naturaleza y cambio. Tipología y Causas.
Aristóteles recoge de Platón su idea acerca de la filosofía como el conocimiento de la esencia de las cosas, de lo que es inmutable, universal y eterno. Sin embargo, para él, a diferencia de Platón, las esencias no pueden estar separadas de las cosas, sino que deben estar en las mismas cosas, lo que hace que su filosofía tenga una perspectiva más empírica y más realista. Aristóteles realizó un análisis y clasificación de todas las ciencias (teóricas y prácticas), y, a su vez, dentro de las ciencias teóricas distinguió tres: Física (que versa sobre los seres existentes y sometidos a movimiento), Matemáticas (seres inanimados e inmateriales) y Filosofía Primera, Ontología o Metafísica (sobre los seres inanimados pero pertenecientes al plano real).
Aristóteles recupera el interés de los primeros filósofos por la naturaleza, como manifestación última de la realidad. Después del desprecio platónico por estas cuestiones (tachadas de irreales), Aristóteles no sólo concede importancia a lo sensible, sino que lo hace eje central de su filosofía. El tema de la naturaleza (physis) es tratado por Aristóteles tanto en su enfoque físico (manifestación externa) como ontológico (causas y naturaleza última), y aparece, por tanto, en la “Física” y en la “Metafísica”. Todos los pensadores parten de la creencia de que hay una esencia última de las cosas (perceptible sólo a través de la razón), pero, mientras Platón la había situado fuera de las cosas (en un mundo ideal aparte), Aristóteles la sitúa dentro de las cosas mismas, de forma inmanente.
Una cuestión central en su estudio de la naturaleza es el movimiento o cambio. Parménides decía que no es posible el movimiento, porque supondría el paso del ser al no ser. Incluso un discípulo suyo, Zenón de Elea, plantea una demostración lógica de la imposibilidad del movimiento. Platón elude el problema del movimiento afirmando que el mundo “realmente real”, el de las ideas, es inmutable, aunque el mundo físico irreal aparezca como cambiante y dinámico. En cierto sentido Platón sería parmenídeo porque sigue admitiendo que el movimiento no existe en el mundo real.
Aquiles y la tortuga (paradoja de zenón)
Zenón de Elea presenta una serie de argumentos en contra de la existencia del movimiento. Se trata de paradojas o contradicciones que aparecen al analizarlo, de modo que deberíamos admitir que el movimiento es sólo aparente.
El más conocido es la paradoja de Aquiles y la tortuga. Supongamos que, como en la fábula, una tortuga reta a una carrera al gran Aquiles (el más rápido de los guerreros griegos). Aquiles, condescendiente, le dá una ventaja de, supongamos, 100 metros (la mitad del recorrido). La carrera comienza y, como observamos con la experiencia, Aquiles corre mucho más rápido, alcanza y supera a la tortuga y gana la carrera.
Sin embargo, si analizamos matemáticamente la distancia a recorrer,
Aquiles comienza la carrera más atrás, así que primero debe alcanzar el punto de la tortuga (100mts). Pero, en ese tiempo, la tortuga, que también se encuentra en movimiento, ha recorrido una distancia, supongamos, 10m. Aquiles continua corriendo, así que en un lapso pequeño de tiempo, alcanza la nueva posición de la tortuga. Pero esta ya no está ahí, sino que ha avanzado un metro. De nuevo Aquiles continúa y alcanza la nueva posición (111 m), pero la tortuga continúa a su vez y avanza 10 cm. Podríamo continuar así hasta el infinito, de modo que Aquiles nunca alcanzaría a la tortuga...
Esto contradice la afirmación de la observación de la experiencia de que Aquiles gana la carrera sin problemas. esta contradicción anula la hipótesis inicial, de que ambos corren una carrea.
Aristóteles, en cambio, no sólo acepta el movimiento en la naturaleza, sino que lo considera parte esencial de ésta. Para poder explicarlo, no sólo desmonta los argumentos de Platón y Zenón (usando la ciencia de la Lógica), sino que además introduce una serie de conceptos que servirán de herramientas de análisis de dicho problema.
una ontología para el cambio
La Ontología clásica (desde Parménides hasta Platón) solía diferenciar entre el ser y el no-ser. En esa ontología, algo que muta o cambia, no es. Para poder analizar el problema del movimiento, Aristóteles introduce una distinción más compleja, separando lo que no es en dos tipos de realidades:
No ser Absoluto: lo que no se es y no se puede llegar a ser. Ej.: Una piedra no es un hombre ni puede llegar a serlo.
No ser Relativo: lo que no es pero puede llegar a ser. Ej.: Un niño no es un hombre, pero en el futuro lo será.
Mientras que el no ser absoluto es imposible, el no ser relativo es posible y es parte del ser, y supondrá el paso de lo que se es ahora (lo que se es en acto) a lo que se puede llegar a ser (lo que se es en potencia). Usando su terminología ahora tendríamos tres niveles ontológicos básicos:
-El Ser, incluyendo lo que efectivamente una cosa es, que él denomina ser en acto.
-El no ser en sentido absoluto, que no existe y no es cognoscible.
-El ser en potencia, que, aunque no es, puede llegar a ser y contiene las posibilidades de cambio del ser.
Con estos conceptos podemos aceptar el movimiento como parte del ser y podemos definirlo como "el tránsito de la potencia al acto".
Ahora, aceptado el cambio, para poder comprender qué es lo que cambia, Aristóteles de nuevo introduce dos categorías en todo lo que existe:
- Sustancia: aquello que existe por sí mismo. Ej.: Cuando decimos “Ese árbol es”, le estamos atribuyendo una esencia o ser. Es aquello donde reside la esencia de lo que las cosas son, de forma que si cambiase, sería otra cosa.
- Accidentes: aquello que no existe por sí mismo sino que se manifiesta en un soporte o sustancia. Estos accidentes son: cualidad, cantidad, acción, pasión, hábito, situación, relación, lugar, modalidad. Ej.: “Ese árbol es viejo”, a la esencia o ser del árbol le estamos atribuyendo un accidente. Los accidentes no son esenciales, esto es, pueden cambiar sin afectar a lo que la cosa es.
De acuerdo a esta clasificación, Aristóteles distinguió dos tipos de movimiento o cambio:
-Cambio Accidental: En el cual permanece una sustancia, desaparece un accidente y aparece otro nuevo. Puede ser: cambio cuantitativo (cambia la cantidad), cualitativo (cambia la cualidad) o local (cambia la localización).
-Cambio Sustancial: Se produce un cambio en la sustancia, i.e., una sustancia deja de ser lo que es y deviene otra.
Todas las sustancias están constituidas por el compuesto (Synolon) de materia y la forma: constituye la llamada teoría hilemórfica de la materia. La forma es también, según Aristóteles, principio de actividades y operaciones. Es decir, de acuerdo con la forma, la materia tendrá unas determinadas actividades, que permitirán catalogarla en distintas especies. Es a lo que llamó naturaleza el conjunto de operaciones que le son propias según la forma sustancial .
La asociación entre forma y materia es, en oposición con Platón, natural. La forma es interna, propia, intrínseca de la materia: presentan una unión íntima que denominó Synolon (compuesto)
Aristóteles define la forma y la materia como causas intrínsecas, entendiendo por causa cualquier elemento que sirve para explicar un proceso. Sin embargo, con estas causas intrínsecas no podemos explicar todos los procesos, y añade unas causas extrínsecas: causa agente o eficiente (aquello que produce el cambio o movimiento) y causa final (finalidad del proceso).
En los seres naturales, o seres vivos, coinciden la causa formal, agente y final, y ésta es la actualización de las formas, es decir, todos los mecanismos biológicos (herencia genética, perpetuación de la especie, ...) tienen como objetivo transmitir la forma. Volvemos pues a la noción de teleología inmanente, a una finalidad intrínseca.
ética: Virtud y felicidad.
En la cultura clásica, en general, encontramos dos nociones de alma:
-El alma como principio de conocimiento (intelectual). En éste caso sólo existiría el alma humana (Platón, Cristianismo, etc.).
-El alma como principio de vida. Por tanto, existirá un alma vegetal, un alma animal y un alma humana (Aristóteles).
Para Aristóteles el alma individual no es inmortal, y defiende una unión natural entre cuerpo y alma. Sin embargo, en semejanza con las ideas de Platón, afirma que existe un alma común o entendimiento a todos los seres de una misma especie (un alma humana, un alma canina, ...), que sí es inmortal.
Las ideas de Aristóteles sobre la felicidad parten de la afirmación de que ésta constituye el fin de todo ser humano. Por tanto es lícito e inevitable su búsqueda.
Pero, ¿qué es la felicidad? Podemos encontrar 2 respuestas distintas:
Lo que cada uno considera individualmente.
Es igual para todos los seres humanos.
Aristóteles, al igual que Platón, se define por ésta segunda opción, identificando la felicidad con la virtud. La concretó como la realización de las actividades que le son propias o específicas a cada ser, de acuerdo con su naturaleza. Aparece pues aquí la teleología inmanente, pues si la felicidad es propia de la naturaleza de cada uno, ésta se ha de buscar en sí mismo, en lo que lo distingue de los demás.
En el caso del ser humano, como la actividad específica del hombre es el pensamiento, la plenitud y la felicidad aparecerán cuando se dedique a la actividad contemplativa. Todos los seres humanos tienen la misma naturaleza, de ahí se deduce que la felicidad sea la misma para todos los hombres.
Sin embargo, Aristóteles se da cuenta que el hombre no es sólo razón, y que por tanto la felicidad humana es limitada. Esto quiere decir que necesita tener cubierta previamente unas determinadas necesidades: tanto bienes corporales, como externos dinero, ... o virtudes morales.
¿Qué constituyen para Aristóteles las virtudes? Son hábitos, disposiciones duraderas, que nos permiten actuar en la vida eligiendo el término medio en relación a nosotros mismos. Aclarando el concepto de “término medio”, hemos de decir que Aristóteles representó siempre la virtud como término medio (mesotés) de dos vicios, uno por exceso y otro por defecto. Hemos de constatar también como subjetiviza en cierto modo las virtudes (“término medio en relación a uno mismo”). Distinguimos 2 grupos de virtudes:
Virtudes morales (o virtudes éticas)
Virtudes intelectuales (o virtudes dianoéticas). Normalmente no consideramos el hecho de destacar intelectualmente como una virtud; sin embargo, Aristóteles si lo hace, tanto por influencia del intelectualismo moral de Sócrates, como por el hecho de considerar la virtud como término medio entre 2 opuestos, que hace que quién la posee actúe con excelencia, de la mejor forma posible. Cuando alguien realiza correctamente, de forma excelente, una actividad intelectual, se deberá pues a una virtud intelectual.
Para encontrar el término medio entre esos dos extremos por exceso y por defecto utilizamos la prudencia, que puede entenderse como el saber práctico o el buen juicio. Aristóteles destaca esta virtud, junto con la justicia, por encima de las demás.
La justicia constituye para Aristóteles un elemento fundamental en las relaciones interhumanas. Distingue 2 conceptos de justicia:
Justicia general o legal, que consiste en el cumplimiento de las leyes.
Justicia particular, que consiste en dar a cada uno lo suyo. Dentro de esta justicia particular distinguimos a su vez la justicia aritmética (cumplimiento de los contratos que existen entre los hombres) y justicia geométrica (otorgar a cada uno según los métodos propios).
La Política: El Carácter comunitario del bien.
Aristóteles trata el aspecto comunitario del bien en 2 libros: la Ética a Nicómaco (partes VIII y IX) y la Política.
Destaca la amistad como elemento fundamental para obtener el bien de forma comunitaria. De ella dice que puede considerarse como una virtud, o al menos, relacionada con éstas, y que es deseable para todo hombre, nadie la va a rehusar. Se define como cualquier relación que está fundamentada en la solidaridad o en el afecto. De todo esto se desprende que el hombre es un ser social por naturaleza.
Distinguimos 3 tipos de amistad: por placer | por utilidad | por bien
Las 2 primeras desaparecen cuando desaparece el placer o la utilidad, de modo que la verdadera amistad es la amistad por bien, ya que es la única enraizada en la naturaleza humana.
El hombre no puede desarrollar las virtudes ni la felicidad si no es en sociedad, por 2 razones:
Sin la sociedad no sobreviviría, ya que, en principio, carecería de los bienes fundamentales.
Sin las leyes sociales nunca alcanzaría las virtudes.
El desarrollo político que Platón planteó de una forma utópica se basaba en un gobierno ideal, en el que quedaba reflejada la estructura misma del alma. Aristóteles no imita esta formar de pensamiento teórico para después intentar aplicarlo en la práctica, sino que sigue un procedimiento deductivo:
Realiza un estudio y análisis de las Constituciones existentes.
Deduce la Constitución más perfecta y aplicable a la práctica.
Realizó un estudio bastante extenso de las Constituciones existentes y distinguió 3 grandes grupos de formas de gobierno:
Monarquía: Gobierno de uno solo.
Aristocracia: Gobierno de los mejores
Democracia: Gobierno de la multitud
Todos estos sistemas deben buscar el bien y la felicidad de todos. Cuando esto no ocurre aparecen perversiones o degeneraciones:
La Monarquía da lugar a la Tiranía
La Aristocracia da lugar a la Oligarquía
La Democracia da lugar a la Demagogia
Aristóteles insinúa que el gobierno ideal puede ser el de una clase intermedia. De cualquier forma, afirma que cualquier forma de gobierno es buena si respeta la felicidad, el bien y utilidad de todos.
Un gobierno que actúe correctamente ha de cumplir:
Esté de acuerdo con la naturaleza humana.
Esté de acuerdo con las condiciones históricas concretas que se dan.
Posteriormente precisó estos criterios:
Procure la prosperidad material y la vida virtuosa del ser humano llevándole a la felicidad.
El nº de ciudadanos no debe ser demasiado alto ni demasiado bajo: ha de haber un término medio.
El territorio que posea el Estado ha de ser el adecuado para que vivan de una forma próspera sus habitantes.
Ha de perseguir que el talante de los ciudadanos sea la inteligencia y la valentía.
Que el Estado procure una educación obligatoria, tanto en períodos de guerra como en períodos de paz, que persigue que los ciudadanos sean libres mediante el ejercicio de la virtud.
Que el poder esté en mano de los más ancianos ya que esto supone un principio lógico de subordinación de los más jóvenes.
Que haya una distinción de funciones en el Estado.
Como diferencias con Platón, no predicó una comunidad de propiedad y de familia entre los gobernantes.